Fútbol
Los 50 minutos en 16 jornadas y el 'siempre cumple' que ya no gusta tanto: el dilema madridista de Nacho
Tras 23 años de blanco y pese a la oferta de renovación, el canterano sopesa por primera vez su continuidad en el club
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Nacho, en el partido ante el Liverpool
Minuto 26 en Anfield. Alaba se tira al suelo y se lleva la mano al isquiotibial de la pierna derecha. Mala señal. O no. El austríaco está siendo una fuga de agua ante Mo Salah, que le está haciendo añicos. Es la lesión ... de un jugador clave, sí, pero no es su momento ni su lugar. ¿Hubiera ganado 2-5 el Madrid en Anfield sin el contratiempo de Alaba? Quizás no, pero eso es fútbol ficción. Lo que sí es una certeza incuestionable es que su lesión hizo salir al campo a Nacho, el héroe silencioso de Anfield.
Tardó treinta segundos en estar listo, dato nada baladí. Con 2-0 en contra y un vendaval 'red', el Madrid no estaba para permitirse jugar ni medio segundo con un futbolista menos. La eliminatoria estaba ya en el alambre. Cuántos jugadores en su situación hubieran eternizado la liturgia previa a entrar en el campo. Eso, en Nacho, es impensable. Tiene recursos para todo, y todos suman al bien del equipo. Sabía que medirse con Salah en los 18 minutos que restaban de primera parte, sin haber calentado, era una trampa, pero si algo es Nacho es astuto. Y mucho. Cada mínimo parón, hace un calentamiento exprés para desperezar su musculatura y entrar en calor cuanto antes. La jugada del 2-2 la inicia él ganándole un duelo a Salah en el pico del área.
«Tiene una inteligencia defensiva como he visto a pocos jugadores», reflexionó Ancelotti en las entrañas de Anfield. «Nacho salió y jugó muy bien. Alaba es un gran jugador, pero Nacho... ¿Cuántos años lleva en el Madrid? Por algo será. Estuvo muy seguro en defensa y tuvo sus momentos ofensivos», comentaba resignado Klopp. Ahí estuvo el embrión de la remontada. Y el click de la eliminatoria. Nacho es uno de los mejores profesionales de su gremio. Un futbolista ejemplar. Y un madridista intachable. Entró en la cantera con diez años, nunca nadie le regaló nada y se hizo hueco en el primer equipo en 2011, en la era en la que menos canteranos han logrado hacerlo en los 121 años de vida del Real Madrid.
Tiene el mismo peinado que entonces, sigue viviendo en su Alcalá de Henares natal para estar cerca de su familia y juntarse con sus amigos de toda la vida, y no ha puesto una mala cara jamás a ninguno de los muchos compañeros y entrenadores con los que ha jugado en estas doce temporadas en el primer equipo. Nacho nunca tiene un mal día y, si lo tiene, lo disimula a la perfección: «Es un tipo culto, listo -está licenciado en INEF- y duro. Proviene de familia de militares, sabe que nada es regalado y que la vida son hostias y recompensas», explican en el Madrid.
Su rendimiento está a la altura de su profesionalidad. No existe defensa en la plantilla, ni en el fútbol actual, que pueda jugar en las cuatro posiciones de la zaga. Y en todas ellas a gran nivel. Nacho es central, pero también lateral derecho. E izquierdo. Es una bendición para este fútbol moderno, saturado en número de partidos y, consecuentemente, repleto de lesiones. A esto también es inmune Nacho, que cuenta con los dedos de una mano las dolencias sufridas en su ya larga carrera, toda ella en el Madrid. No solo es el elevado nivel de rendimiento, también es la alta disponibilidad.
A eso le ha ayudado un cuidado físico y gastronómico exhaustivo. A Nacho le diagnosticaron diabetes a los 12 años e, incluso, le dijeron que por culpa de esta enfermedad tendría que dejar el fútbol. Afortunadamente, no fue así, pero su problema de salud le ha hecho medir al milímetro su cuerpo. Camino de los 34, su edad biológica está por debajo de lo que señala su DNI y si no pasa nada raro, es evidente que aún le quedan unos cuantos años al máximo nivel. De ahí sus dudas. ¿Renovar año a año, como es la política del Madrid una vez cumplidos los 33 o firmar su último gran contrato con un club top en Europa? En ese caso, el Bayern aparece en el horizonte como el primer posicionado.
Otra arista es su rol en el equipo. Lo de 'Nacho siempre cumple' ha sido el latiguillo favorito de todos sus entrenadores. Al principio, le hacía sentirse orgulloso, pero con el paso del tiempo ya no tanto. Involuntariamente, esa reflexión puede hacer pensar que Nacho tiene la obligación de demostrar algo que otros no deben hacerlo, aunque su rendimiento diga lo contrario. Nunca ha sido considerado titular por ninguno de sus entrenadores, tampoco ahora por Ancelotti, que en el orden de prioridades tiene por delante a Militao, Alaba y Rudiger -aunque el austríaco y el alemán estén muy por debajo de sus mejores versiones-, como en el pasado también estaban por delante Ramos, Varane y Pepe.
Es injusto, y él lo sabe. Lo acepta con señorío, el que ha mamado en Valdebebas durante 23 años, pero eso no quiere decir que lo vaya a hacer siempre. Hasta el parón por el Mundial, Nacho fue invisible. En Liga, por ejemplo, había jugado solo 50 minutos en las primeras 16 jornadas. El dato daña a la vista. De ahí su sinceridad en la zona mixta de Anfield. «Lo pasé muy mal a principio de temporada, porque veía que no me merecía esa situación». Fue entonces cuando comenzó a darle vueltas a su futuro. Sobre la mesa tiene una oferta de renovación, pero necesita tiempo con su familia para estudiar su futuro. «No he tomado ninguna decisión, quiero vivir el día a día porque es una decisión muy personal. Pero cuando la tome el club será el primero en saberla», añadió. «Si se queda sería fantástico. Si se va, regresará aquí seguro para la inspiración y el ejemplo de todos», sentencian en el Real Madrid, comprensivos con el canterano.